En un post reciente de NLEResources (ver acá) discutimos sobre qué cosas definían a un “buen invitado” de Shabat. En esta ocasión, me gustaría discutir sobre qué cosas definen a un «buen anfitrión». En mi posición de rabino, a menudo recibo invitados descontentos que me cuentan sobre sus malas experiencias pasadas y se quejan conmigo sobre los «malos anfitriones».

Por lo tanto, a lo largo de los años, he compilado la siguiente lista sobre qué cosas «hacer» y sobre qué «no hacer» para cualquiera que esté interesado en convertirse en un anfitrión de 5 estrellas.

Dividiré esta lista en dos partes: La primera parte son «temas de conversación» en donde se explica cómo el buen anfitrión debe relacionarse con sus invitados en relación a los temas que se discuten durante la comida. En la segunda parte hablaremos sobre la comida propiamente tal.  

Temas de conversación:

  1. Recuerda, se supone que como buen anfitrión tu huésped fue invitado no sólo a disfrutar de una deliciosa comida, sino también a una ‘experiencia agradable’. Por lo tanto, nunca debes hacer sentir mal a tu huésped a través de cuestionamientos insidiosos y persistentes sobre sus experiencias pasadas o sobre su situación actual. Numerosos invitados me han informado a lo largo de los años sobre cuán humillados se han sentido en ciertas ocasiones, en las cuales el anfitrión los sentó en la ‘silla del acusado’ y procedió a cuestionarlos y examinarlos en relación a sus decisiones profesionales, su elección de pareja, ¡e incluso sobre su jabruta! Ciertamente puedes hacer preguntas bienintencionadas; sin embargo, no puedes interrogar a tu invitado; nadie quiere ser parte de una “inquisición”.
  2. Incluso cuando hables sobre cosas triviales, como por ejemplo “¿En qué trabajas?” O, “¿De qué país eres?». Si tu invitado titubea o comienza a ponerse nervioso mientras responde, cambia rápidamente de tema y no presiones más para obtener detalles. Muchos invitados me han confesado sobre cuán avergonzados se sintieron cuando sus anfitriones presionaron más de la cuenta para obtener detalles en relación a sus trabajos u ocupaciones cuando en realidad estaban desempleados o acababan de ser despedidos y no estaban de ánimo para hablar abiertamente sobre el tema en la mesa ¡mientras comían kúgel de papa!

El segundo tema es la comida porque, después de todo, ¡los invitaste a comer!

La comida:

  1. Nunca, repito, nunca presiones a tu invitado para que «sólo pruebe algo» de la comida. Conozco al menos dos invitados que quedaron traumados después de que sus anfitriones los invitaron «sólo a probar» un poquito de p’tcha (también llamada galareta). Cuando se enteraron que era “jalea de patas de ternero” ¡ellos casi salieron corriendo a la farmacia más cercana después de Shabat para comprar una botella de laxante! En palabras más simples: nunca obligues a alguien a probar algo que no quiere.
  2. Nunca mires el plato de tu invitado para evaluar lo poco o mucho que comió. Algunos invitados me han confesado que en ciertas ocasiones sus anfitriones de manera no muy discreta comentaron: “Sabes, si sigues comiendo chulent de esa manera, vas a tener que comprarte un traje nuevo pronto; ¿por qué no comes un poco de ensalada y le dejas un poco de chulent a los demás?”. Un invitado admitió que su anfitrión no dejaba de mirar su plato y decía: “Veo que sólo comiste la mitad de una presa de pollo. ¿Hay algo de malo con el pollo? Mira alrededor, todos se comieron la presa entera”. Recuerda, tu eres su anfitrión, ¡no su madre! Tu trabajo es hacer que tu invitado se sienta cómodo y satisfecho. Cualquier cosa extra además de eso debería ser «retirada inmediatamente de la mesa».

Al seguir estas simples reglas verás cómo tus invitados se transformarán en visitas regulares alrededor de tu mesa, y no tendrás que preguntarte por qué cuando tratas de invitar nuevamente a alguien ellos «ya fueron invitados» por otra familia.

 

 

 

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