4 Retos

 

Llega el momento de los temblores, un sudor frío recorre tu cuerpo, tragas saliva… -¡Dios mío! ¿Un viral? De acuerdo. Te acomodas en tu asiento y ante esta pequeña incertidumbre inicial, te pones a trabajar. Aquí nacen los retos de la viralidad.

Ya sabemos que no hay verdades absolutas en creatividad y los resultados que obtengamos no los podemos predecir con la bola de cristal, pero -esta vez-, nos permitimos partir desde lo que a nuestro alrededor hemos podido vivir.

  • Primer reto – Saber diferenciar entre lo viral y lo no viral

Partiendo desde la base de que la viralidad es un spot con un bajo presupuesto, podemos hacer una clara diferencia entre lo que no es viral y lo que es viral.

La diferencia más clara es que en el primer caso desarrollamos una serie de ideas para que el público se “coma”  nuestro spot de forma obligada, mientras que cuando hacemos lo segundo, o al menos lo intentamos, conseguimos que esas ideas, sean comestibles para el público, se interesen por verlo, por compartirlo y visualizarlo una y otra vez.

  • Segundo reto – El saber hacerlo viral ¿Cómo lo hago comestible?

Hace aproximadamente un año, una de nuestras compañeras, Eva Represa, hablaba en un post sobre la viralidad y sus características comunes. En él hablaba en primer lugar sobre  la conflictividad, siendo ésta la parte que engancha de la historia, la que reta, cautiva y ata al espectador para mantenerlo en vilo.

La sencillez es el concepto que realmente atrae y que consigue que en la mente del espectador suene un “brillante”, algo puro y que vaya al grano, lo verdaderamente interesante se relata de forma muy corta e impactante.  Y por supuesto, no puede fallar el centrar la historia en algo o alguien, un personaje, una situación, el protagonismo y junto él la empatía que sentimos cuando vemos ese personaje, algo tan sencillo podría pasarte, a ti mismo, en cualquier momento.

La segunda característica es lo insólito, algo que aunque no sea nuevo nos haga salirnos de la rutina. Esto ciertamente esta relacionado con otro concepto que es la oportunidad, estar en el sitio indicado, en el momento preciso.

Todo el conjunto de características pueden dar un resultado común, más allá de la idea rompedora, la idea innovadora, el concepto que descoloque, que no se averigue al primer vistazo, que genere incertidumbre y tensión; un contenido que no sea ni blanco, ni negro, sino que sea gris, no por pasar inadvertido, ya que este tipo de conceptos suelen rozar el limite de la ilegalidad.

  • Tercer reto – Conseguir el movimiento

Obviamente, la clave de la viralidad es su movimiento, pero ¿en qué medida una agencia, un creativo, puede controlar la amplitud que tiene que conseguir? No estamos hablando sobre la inversión que nos condiciona más o menos el alcance, sino de que nuestro vídeo -por si solo- es el que tiene que funcionar y conseguir conquistar a la gente para que ellos lo muevan.

Y, aunque sabemos que hay unos temas clave que funcionan, ¿cómo sabremos si gustará a la gente? ¿Cómo conseguir algo rompedor, que no ofenda? La presión que se tiene antes de que “estalle” es tal, que la palabra “viral” produce un sensación de rechazo. Es labor del creativo que no suceda esto, o que suceda el menor tiempo posible.

  • Cuarto reto – ¿Viralidad real?

Son famosas las técnicas que hacen que un viral, no sea del todo un viral, ¿técnicas oscuras y malvadas? o ¿simplemente una pequeña ayudita? Este podríamos decir que es el gran reto. Ya hemos aceptado hacerlo, ya hemos dado con esa idea que creemos que puede funcionar bien y vamos a proceder a lanzarlo para que vuele. Parece que todo va rodado y nadie nos puede parar, pero entonces pensamos… ¿Y si no llegamos al mínimo de reproducciones previstas? ¿Y si nuestra querida pieza queda en el “cielo” de los vídeos? ¿Y si no conseguimos publicity?

A veces, el miedo puede con nosotros, y  recurrimos a la compra de visualizaciones en youtube (entre otros). Esto lo único que hace es convertir el vídeo que hemos creado en viral, pero sólo a ojos del cliente. Y ¿es esto lo que queremos? En teoría, el vídeo ha sido visualizado por tantas personas como hemos “contratado”, pero, no hemos conseguido lo que nos habíamos propuesto y lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos.

Y es que, la diferencia entre el spot convencional (ya sea off/on) y la viralidad es que en el primero pagamos a los medios para que la gente se “coma” los contenidos; en cambio, en lo viral la gente lo vé comestible y lo devora. El primero lo ve desde el punto de vista de la obligación, y el segundo desde la del deseo.

Con la viralidad debemos jugar con el engagement, debemos cautivar a las personas. Cautivarlos tanto que quieran compartirlo con otro porque creen que merece la pena. Y que vayan más allá. Que lo cuelguen en su muro. Ese muro que podemos decir que es nuestro ego, en el que nosotros elegimos qué compartimos dependiendo de la imagen que queremos dar. El muro, nuestro orgullo. Y es ahí donde tenemos que llegar.

Recordad: Podemos usar todos estos retos para llevar a cabo un viral, pero no es ninguna fórmula mágica, porque la viralidad no es algo que se venda, es algo que ocurre inevitablemente.

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