Russell Ackoff, uno de los mayores exponentes de la planificación empresarial, se esforzó, entre otras tantas cosas, por dejarnos en claro que en una empresa u organización no es lo mismo hablar de crecimiento que hablar de desarrollo.

Veamos en qué consiste esta diferencia…

Hablando estrictamente, crecimiento es el aumento en el tamaño o en el número de la cosa. El crecimiento nos habla siempre de cantidad.

En una empresa, el crecimiento será el aumento en la participación en el mercado, o en el número de empleados, o en el tamaño de las instalaciones.

En una organización de kiruv, será el aumento en la cantidad de alumnos —o Iehudim en general— a los que se ha logrado llegar sobre el total de la masa crítica sobre la que se trabaja, o la cantidad de sedes que tiene la organización, o la cantidad de mekarevim full time dedicados a tareas de Kiruv, etc…

Generalmente se supone que el crecimiento de las variables mencionadas, está causalmente conectado con el desarrollo corporativo. Es decir: suponemos que como consecuencia del crecimiento de nuestra organización, se espera una consecuente expansión de la tarea general, que provocará más crecimiento, el que a su vez se traducirá en una mayor expansión de nuestro personal y alumnos, para dar lugar a otro nuevo crecimiento, y así sucesivamente. Y solemos pensar que esto es el proceso de “desarrollo” de nuestra organización.

Pero esto no es así. Veamos por qué…

El desarrollo es un crecimiento en capacidad y potencia, no en logros. El desarrollo está menos relacionado con lo que tiene una empresa u organización, y se vincula más con “lo que puede hacer con lo que posee”.

En las organizaciones de Kiruv, el mayor capital, o sea “lo que posee” la organización, suele ser el recurso humano: los mekarevim.

Encontramos pues, que el crecimiento solo, sin desarrollo, es, no solo un peligro, sino una seria amenaza para la supervivencia de una empresa u organización.

Y si bien el crecimiento tiene límites, el desarrollo es ilimitado.

El desarrollo implica de por sí “un aumento en la capacidad para alcanzar los propios objetivos más eficaz y eficientemente”.

El desarrollo está más estrechamente relacionado con la calidad que puede generar una empresa u organización, que con su tamaño o logros de cantidad.

Si se proporciona dinero a una empresa subdesarrollada, nada cambia. Si se le proporcionan conocimientos, motivación y estrategias de liderazgo, puede desarrollarse e incluso crecer con sus propios medios.

Debido a que el desarrollo consiste en motivación y capacidades, no puede ser dado ni impuesto sobre una persona o una empresa.

Lo mejor que se puede hacer es alentar y facilitar el desarrollo. Motivar; valorar los esfuerzos y los conocimientos puestos en práctica por el equipo de trabajo; incentivar fuertemente las ideas creativas, la comunicación activa, la crítica constructiva.

En ningún pasaje del Jumash vemos a un Moshé preocupado por los resultados cuantitativos; o sea: a Moshé jamás le preocupó el crecimiento numérico de Am Israel. Esto es algo que ya se lo aseguró Hashem a Abraham Avinu años atrás, y así ocurrirá. La preocupación de Moshé siempre fue el desarrollo de su pueblo; la calidad de sus actos y el relacionamiento con el Creador; potenciar y motivar a cada uno y uno de los miembros de Klal Israel a desarrollar su máximo potencial. Moshé kibel (recibió) Torá; kibel: poniendo su máximo esfuerzo. Umsará (la entregó) liIoshúa: entregó el 100% de lo que tenía.

Este concepto se palpa fuertemente cuando Moshé pide a Hashem un sucesor. Rashi nos aclara que cuando Moshé llama a Hashem bajo la expresión de “Eloké haRujot”, “Dios de los espíritus”, lo que le dijo es que así como Él conoce la mentalidad de cada uno de los miembros de Israel, que así también nombre un líder que sea capaz de sostener a cada uno de ellos según su propia mentalidad (Bemidbar 27:16).

Al respecto, el Saba MiNovardok (Madregat HaAdam 68) completa hermosamente lo que Rashi comenzó a explicar diciendo que Moshé pidió un hombre que reúna y comprenda en sí mismo todas las partes de las personas, que sepa brindar, dar, a cada uno de ellos de acuerdo con su parte única e individual de ellos, y que les dé a cada uno consejos y estrategias; y que se una a él y que profundice en él (en sus cualidades y su vida), y traer cura a sus penas y sufrimientos.

Qué hermosa definición de liderazgo, qué grandeza! Y luego explica que Hashem le reveló a Moshé este gran secreto: que todo depende de la posibilidad que tenga el líder de gobernar sobre sí mismo, y de su autoconocimiento.

Que tengamos el enorme mérito de crecer y hacer crecer. De desarrollar al máximo nuestras organizaciones… y a nosotros mismos.

 

Gabriel Falestchi

gabrielfalestchi@morasha.org.ar

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