Algunas personas piensan respecto a su destino final. ¿Qué pasa después de que la persona muere? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Podemos saber cuál es el propósito fundamental de nuestras vidas? ¿Podremos saber si D’os existe? ¿Tenemos o no un alma? Si la tenemos: ¿qué ocurre con ella? ¿Hay justicia para quienes tratan a los demás de manera injusta? ¿Por qué debemos atravesar desafíos tan difíciles en la vida? ¿Recibiremos recompensa por nuestros actos altruistas?

Las respuestas a estas preguntas fueron postuladas a través de las épocas por miles de filósofos, pensadores religiosos y personas que buscaron verdades espirituales. El judaísmo ofrece un enfoque profundo y abarcador de la vida que se extiende –literalmente- hacia la eternidad. Y no se basa en meras conjeturas, sino que se fundamenta en la Torá que D’os nos entregó en el Monte Sinaí, que luego fue transmitida por los profetas y que se expresa en nuestras plegarias diarias y está registrada en el Talmud.

Desde una perspectiva judía, el mundo tal como lo conocemos cambiará dando lugar a una nueva realidad que incluye la época conocida como la Era Mesiánica y el Mundo Venidero. Llegar al Mundo Venidero no depende de los logros financieros de la persona ni de que logre hacer algo que se inscriba en el libro Guinness de los Récords Mundiales. Cada individuo tiene el potencial para crear una existencia dinámica eterna perfeccionando sus rasgos de carácter, ayudando a los demás, estudiando Torá y cumpliendo las mitzvot.