Muy pocas personas piensan que son arrogantes, menos personas aún aspiran a ser humildes. En nuestro competitivo mundo el rasgo de humildad parece contraproducente. Y sin embargo, todos podemos reconocer el valor de tener una buena autoestima. ¿Cómo estos tres conceptos – la arrogancia, la humildad y la autoestima – interactúan entre ellos? ¿Cuán alto debe pensar uno de sí mismo, y cuán bajo? En esta clase exploraremos la perspectiva judía sobre los peligros de la arrogancia, la necesidad de una buena autoestima y el noble objetivo de la humildad.

 

 


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