Cuando Dios creó al hombre, le otorgó la capacidad de elegir libremente entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira. En esta clase vamos a analizar el corolario más básico del libre albedrío: la toma de responsabilidad sobre los propios actos. Adquirir responsabilidad va más allá de nosotros mismos, incluyendo a nuestra familia, a nuestro pueblo, a la humanidad y a todo el universo, tanto en el reino físico como en el espiritual. Dar cuentas por nuestras decisiones es la consecuencia natural del hecho de tomar responsabilidad. El sistema de recompensa y castigo sirve como un poderoso recordatorio de las consecuencias de la responsabilidad que tenemos de usar adecuadamente nuestro libre albedrío.